lunes, 24 de noviembre de 2008

DESPEDIDA DE UN SER QUERIDO

Creo que es hora de que cuente una de las experiencias más maravillosas que he tenido en toda mi vida y que me gustaría compartir con todos vosotros, espero que la disfrutéis tanto como yo.

El dolor tan grande que sentí cuando perdí a mi abuela, no es comparable con el que siento ahora que me falta mi querida madre.

Tras una larga enfermedad, en la que fue intervenida en más de una ocasión, nos dejó para siempre, aunque yo creo que no es así, ella sigue visitándonos y siguiendo nuestros pasos.

Una semana antes de su muerte estaba un poco pachucha, como decía ella, y sólo tenía ganas de dormir. El día 1 de Febrero sentí la necesidad de ir a verla, y esta vez no lo dude y me presenté en su casa. No se la veía mal, simplemente muy cansada. Como el médico dijo que era normal después de salir de la operación nadie le daba mucha importancia, pero dentro de mi sabía que algo andaba mal y no podía dejar de mirarla. Esa fue la última vez que pude verla y abrazarla estando ella consciente.

Ese fin de semana me marché con mi marido y mi hija al pueblo. El sábado por la mañana me avisaron que habían ingresado a mi madre en el hospital. A pesar de que mi hermano decía que no pasaba nada, que enseguida salían del hospital, a mi me entró el pánico y no paraba de llorar, hasta que decidimos regresar a casa esa misma tarde. Cuando llegué al hospital ya no estaba consciente. Es horrible ver a un ser tan querido agonizando, y tu ahí mirando sin poder hacer nada, sólo acompañar y desear que entre feliz en ese otro mundo, sabiendo que deja aquí una familia que la quiere y siempre la querrá.

No hay una sola noche sin que me acueste y piense en ella, lo malo es que no sólo veo todo lo bueno que pasé a su lado, sino que también veo el horror que pasó en el hospital y todo para nada. Sin embargo muchas veces me da alegría cuando pienso en todo el amor que le estábamos dando en el momento de su partida, y todo el que le dimos en vida.

Cuando estábamos en el tanatorio, le dije a una de mis primas “no sabes lo que daría por volver a sentir sus besos y sus caricias”. Esa noche no dormí mucho, la pasé agarrada a la mano de mi marido. De pronto empecé a ver las manos de mi madre encima de mi que iban apartando una especie de mantas, pero con muchísimo esfuerzo, hasta conseguir llegar a mi. Yo seguía notando la mano de mi marido y escuchando el tic tac del reloj de la mesilla, pero a la vez estaba en otro plano viendo como mi madre con gran esfuerzo quitaba una a una todas las mantas, hasta que cayó encima de mi. Fue maravilloso, no sentí nada de miedo, sólo PAZ. Yo lloraba y la preguntaba si estaba bien, ella decía “calla calla”, y me acariciaba y daba besos, hasta que el despertador empezó a sonar. Noté como mi marido me soltaba la mano y mi madre empezó a elevarse y desaparecer.

Creo que ha sido la experiencia más maravillosa que me ha ocurrido en toda mi vida, y nunca podré olvidarla. Vino a darme mi último deseo.

He vuelto a verla, en una especie de duermevela, y hablamos mucho, pero no recuerdo todo lo que me cuenta, sólo siento que está feliz y se encuentra bien. En una de estas visitas, la dije que se sentara a descansar y me contestó “ahora ya no me hace falta descansar estoy muy bien. Me tengo que marchar que os estoy visitando a todos y tengo que ir a ver a tu hermana”. Ese mismo día hablé con mi hermano y le pregunté si había soñado con mamá, la respuesta efectivamente fue afirmativa. Mi madre nos estaba visitando.

Yo sigo esperando que llegue pronto, pues las visitas se están espaciando y las echo mucho de menos. Ahora no tengo miedo de recibirla como me ocurrió con mi abuela, se que nunca podrían hacerme daño, sólo me hacen sentir en paz.

Vuelve pronto MAMI.