lunes, 21 de septiembre de 2009

CRÍTICA DE DANIEL ÁNGEL SÁNCHEZ AL LIBRO "MADRE VICTORIA" DE LUIS MIGUEL DÍAZ

Antes que nada, como hice con "Numen Divino", he de decir que no soy crítico literario (aunque me gustaría tener la cultura necesaria para serlo) y que por lo tanto, lo que voy a escribir sobre "Madre Victoria", lo hago como lector y, llegado a este punto, desde la más estricta imparcialidad, ya que dada la gran amistad que me une al autor y de la que me siento muy orgulloso, alguien pueda pensar en algún tipo de favoritismo que, no sólo sería erróneo, sino injusto para el autor y su obra. Madre Victoria es una novela cuya primera valoración, desde el sentimiento más espontáneo, te hace pensar en lo entrañable, en lo más genuino del ser humano, en la bondad y la crudeza de la vida. Madre Victoria engancha al lector desde las primeras páginas, como lo suelen hacer las buenas obras de escritores con talento y oficio. Y es que esta novela muestra, con respecto a la anterior (Numen Divino) una notable diferencia de calidad, no sólo en su contenido, sino en su estructura y en los ricos y variados matices que contiene y que reflejan por parte del autor, un importante salto cualitativo de madurez literaria. Sus personajes son reales, auténticos de una época que, como lector, te hacen identificar no sólo la idiosincrasia de sus vidas, sino el medio y la época en que se desarrollan. Cabe destacar, como nota distintiva entre ellos, el del primo Simón, personaje extraño, mezcla por momentos entre absurdo, surrealista, inteligente, agresivo, cariñoso y bueno… Con este personaje y sus monólogos en "marmóreo", lengua tan ingeniosa y culta, con un dulce matiz megalómano, el autor, a buen seguro, se lo tuvo que pasar en grande. A lo largo de la obra, todos sus personajes encajan perfectamente en cada ámbito, en cada momento, en cada capítulo emocional o descriptivo. Todos tienen su protagonismo, su momento de gloria o desatino, unos más que otros, como debe ser, es decir, como ocurre de forma natural en la vida. Pero sin duda, el personaje que cautiva, que enamora al lector desde el principio es el de Micaela Rueda. Micaela es un ser que nació y vivió para ser heroína de una historia de ficción, pero que cualquier lector puede tomar como real, tal es la pureza, la autenticidad del personaje en todas sus facetas, en todas las etapas de su vida. Micaela no es heroína por vocación; son su instinto de supervivencia, su fuerza, su tesón, su inteligencia, su amor y su bondad, los elementos que la han convertido en ello. Termino diciendo que si con Numen Divino pude conocer a buen amigo y a un escritor, promesa literaria en ciernes, con Madre Victoria, no sólo sigo disfrutando de su amistad, sino que tengo el neutral y feliz convencimiento de que aquella promesa literaria es hoy una gozosa realidad, que no es sino el preludio de una brillante carrera literaria que ya tiene nombre y apellidos: Luis Miguel Díaz González.
Daniel Ángel Sánchez Ibáñez (poeta y rapsoda)