miércoles, 3 de septiembre de 2008

LA OUIJA

¿Qué es realmente la ouija? Podemos decir que se trata de un tablero en el que está inscrito el abecedario, los números del 0 al 9 y las palabras SI y NO. "Un inocente juego", que se podía encontrar hasta hace bien poco, y no sé si seguirá siendo así, en la sección de juguetes infantiles. Pero de inocente tiene bien poco y lo dice alguien que ha tenido alguna que otra experiencia, no todas de ellas desagradables, y con esto no quiero decir que aconseje a nadie a hacerlo. Es un tema muy complejo y que necesita de personas con mucha concentración y sobre todo que tengan bien los pies en el suelo, sin que se dejen influenciar y sugestionar por lo que ocurra.
El tablero no es imprescindible, ya que se puede hacer uno fácilmente con una hoja de papel y un simple vaso, que nos servirá de plancheta, con el que conseguiremos la comunicación.

Oscar P., administrativo contaba su historia para la revista Año Cero: “El vaso se movía velozmente y dijo que era el espíritu de Beethoven. Nosotros pedimos una prueba y nos indicó que saliéramos a la escalera, que nos esperaba abajo. Cuando íbamos a llamar al ascensor, éste se desplomó al vacío. Si hubiéramos estado dentro, nos habríamos matado. Nos asustamos tanto que no lo hemos vuelto a repetir nunca.”

Ahora yo os cuento mi historia:
En la adolescencia tenía una pandilla con la que me juntaba las tardes calurosas de verano. Una de esas tardes decidimos reunirnos en la casa de una amiga. Sus padres estaban de viaje. Creamos un ambiente apropiado para la ocasión cerrando las cortinas para quedarnos en una semi-penumbra. Nos sentamos en el suelo formando un círculo y en el medio pusimos nuestro improvisado tablero de ouija y un vaso en el centro del mismo. Las chicas estábamos un poco nerviosillas por lo que pudiera pasar, pero como siempre, los chavales se hacían los valientes riéndose de todo. Pusimos la yema del dedo índice en el vaso y comenzamos el experimento con la pregunta habitual: “¿Espíritu estás ahí?”. Tras varios intentos y muchas risas, el vaso comenzó a moverse lentamente. Todos nos mirábamos asustados, hasta los valientes chicos, preguntando ¿quién lo está moviendo?, pero al parecer nadie lo hacía.
Realicé la siguiente pregunta "¿Quieres hacer daño a alguien de esta habitación?" El vaso se deslizó por el tablero parándose en la palabra "SÍ". Llegados a este punto empezábamos a asustarnos de verdad, y más aún cuando comenzamos a escuchar ruidos de puertas que se abrían en la cocina, o eso creíamos, pues nadie tuvo el valor necesario para ir a comprobarlo.
"¿A quién quieres hacer daño?" Pregunté. El vaso comenzó otra vez a moverse "PIL", pero antes de completar el nombre una de las chicas, que se llamaba Pili, perdió los nervios al ver que salía su nombre y levantó el vaso.
A partir de ese momento nos dedicamos a vigilar a nuestra amiga, pues se encontraba en un estado de nerviosismo increíble. Los acontecimientos siguientes, creo que fueron un problema más bien de lo sugestionada que estaba nuestra amiga. Casi la atropella un coche al cruzar la calle, tuvimos que sujetarla.

Creo que con estas dos historias dejo claramente demostrado que la ouija no es ningún inocente juego, como algunos quieren hacernos creer, muchas veces puede que no funcione y que el vaso o plancheta ni siquiera se desplace, pero si lo hace puede acarrear otra serie de trastornos, viéndonos influenciados por los acontecimientos y propiciar los accidentes, como le ocurrió a mi amiga, cuando simplemente puede que se tratara de un espíritu burlón. Desde aquí le mando un abrazo a esta entrañable amiga, que la última vez que supe de ella estaba casada con otro de los chicos de la pandilla, y tenían dos preciosos hijos.

Según dicen los psicólogos, el juego crea una gran adición, espero que nadie llegue hasta esos extremos. Es bueno saber que hay vida después de este muro de lamentos, pero también hay vida aquí, y tenemos que disfrutarla con la gente que nos quiere, ya tendremos tiempo de hablar con los que perdimos. Y no quiero decir que si alguno necesita hablar con migo no le deje la puerta abierta.

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